Riqui Puig mete al FC Barcelona en la final de la Supercopa de España tras empatar contra la Real Sociedad por un gol y ganar en los penales (2-3) en un partido donde la estrella ha sido Ter Stegen
El pasado miércoles se disputó
en el Nuevo Arcángel la primera semifinal del nuevo formato de la Supercopa de
España, donde el FC Barcelona se vio las caras con la Real Sociedad. El frío no
fue excusa para suspender el partido. El temporal Filomena ha arrasado la mayor
parte del país y ha provocado que algunos partidos de la Liga no se jugaran.
Por suerte, el temporal no impactó muy fuerte en Córdoba y se pudo jugar. El partido
iba a jugarse a grados mínimos y se podía oler en la previa que se iba a tratar
de un juego con pases muy largos, de área, de velocidad y de muchos goles. Pero
no fue así, más o menos.
Koeman viajó a Córdoba con
Messi, pero no fue convocado para jugar el partido. El argentino no disputó la
semifinal por baja y la Real tuvo una gran oportunidad para poder hacer daño al
club culé que lo pasa muy mal sin su estrella. El holandés intentó salir con
todo en el campo. En la zaga defensiva apostó por Ter Stegen, Jordi Alba,
Lenglet, Araujo y un estrenado en banda Mingueza; De Jong, Busquets y Pedri en
la medular; Dembélé y Braithwaite en las bandas, y liderando el equipo en
punta, el francés Griezmann.
Aunque el equipo vasco presionó
mucho cuando el balón estaba en defensa contraria y más cuando se le enviaba a
los pies de Ter Stegen para generar contrataques muy rápidos y con velocidad, la
primera parte fue de dominio culé. En los primeros 45 minutos destacó la figura
de Dembélé. Se le pudo ver el fácil juego que tiene con ambas, la explosividad
masiva en el arranque con y sin balón, el toque tan habilidoso y el nivel de
filigranas para poder driblar al rival. Parecía que el partido iba por un lado
y el francés por el otro. Era como si fuera un alma libre que andaba solo por
el campo generando peligro constantemente a la Real. El Barça, ante la presión
de los txuri-urdines, optó por mantener un juego posicional largo sin
profundidad y jugarla para las bandas para así buscar el error defensivo del
rival y poder penetrar su zaga. Y así fue que, en el minuto 39, el holandés De
Jong se elevó a una altura muy elevada, como si de un 9 se tratara, y remató
con la cabeza un centro muy complicado de Griezmann que acabó en gol. Así el
Barcelona hizo daño a la Real justo antes de ir a vestuarios.
La segunda parte no fue tan
física como la primera. Los jugadores ya hacían notar su cansancio a la hora de
presionar y se relajaban un poco más para no agotarse. Esta relajación hizo que
el ex del Ajax se dejara el brazo en un centro de la Real para provocar el
penalti. La acción fue revisada por el VAR, pero indicó los once metros solo
iniciar la segunda parte. Las manos holandesas se transformaron en el primer
tanto y empate de los vascos, anotado por su capitán, Mikel Oyarzabal, que supo
engañar al alemán e igualó la semifinal. El juego se fue calmando mucho más
hasta que Munuera Montero pitó el final del tiempo reglamentario e indicó la
fase de la prórroga. Los 20 minutos restantes tuvieron un solo nombre: Ter
Stegen. El portero culé fue la pesadilla de los locales durante tantos minutos.
Lo intentaron pero no se salieron con la suya, no pudieron mandar el balón bajo
palos. El espectáculo alemán empezó a los cuatro minutos de la prórroga, cuando
Zaldua voleó desde muy lejos y desvió la pelota a mano cambiada mientras volaba
como si fuera un avión. La Real no supo aprovechar la última oportunidad que se
les apareció en a tres minutos del final. En un lanzamiento de falta no tan
preocupante, Januzaj estrelló el balón al palo tras haberlo tocado el arquero
visitante. Con este paradón, los dos semifinalistas encararon la tanda de
penales.
Le llaman que es una lotería
ganar esta tanda tan difícil y si lo es, Ter Stegen compró muchos boletos para
ganarla. Y así fue. La Real falló sus tres primeros chutes con las paradas del
alemán y dejó en bandeja la victoria culé, pero resistieron. De Jong falló el
suyo y Griezmann, su chut decisivo ante su equipo que le hizo estrella, lo mandó
a las nubes como Ramos ante el Bayern en la semifinal de la Champions del
2011-2012. Koeman, en la rueda de prensa posterior al partido, dijo que el
quinto y último lanzador de la tanda de penales no estaba decidido, hasta que
Riqui Puig se ofreció, convencido, para tirarlo. Y tan convencido que fue que
lo marcó. Ese gol fue un claro golpe sobre la mesa del canterano hacia el
holandés para demostrarle que puede contar con él. Que como dice Puig, ha
trabajado muchos años para llegar al primer equipo y no tirará la toalla ahora
que está donde siempre ha soñado. La cantera metió al Barça en la final de la
Supercopa de España, que se disputará en Sevilla el domingo, y el partido lo
salvó un solo hombre, quien se merece todo en el FC Barcelona: Ter Stegen.
Pau Pedraza Sopena
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